¿Te imaginas todo lo que tuvo que pasar para que hoy tú estés sentado aquí escribiendo ese mensaje?
Me pregunto, y pienso que alcanzo a abastraer algunos eventos de especial relevancia, sólo en mi vida (que acaso es la vida de todos los hombres en todos los tiempos), viajo a las lunas que me bebí embelecido, a mi bienvenida al convenio sagrado de las letras y las palabras de los hombres, al pantalón azul y la camisa blanca (como mar con su espuma) de mis días escolares, al trueque de vidas vueltas aliento, saliba y sangre, al miedo, al coraje, a tus ojos, a los ojos que se rehusaron a verme, a mi absurdas guerras de daños colaterales a mi corazón, a los brazos arrugados de mi abuela, a las tortillas de mi casa, a mis ganas de piel, a tu corazón desnudo entre el colchón y la sábana, a la graciosa redonda dejándome acariciarla, a mi querer que me quisieras, al oscuro hervidero de pasiones, a tus manos desbloqueando nudos ancestrales en mi espalda, a mi sagrada intimidad con las palabras, a los velos cegadores que hoy están en el suelo donde pongo mis rodillas para agradecerle, a quien no veo pero soy, por dejarme ser y ser en mí. Me detengo porque el infinito siendo eterno,no puede contarse en palabras, atadas a líneas temporales.